domingo, 31 de agosto de 2014

El abandono...


La esperanza es lo último que se pierde, nos enseñan cuando somos chicos. Pero al poco tiempo somos conscientes del engaño y nos asimos a la vida aparcando el optimismo irrisorio. Lo que les ocurre a los perros es otra historia. Sólo ellos saben realmente lo que es la esperanza y pueden vivir, pese a ella.
Se estaba yendo con su andar apresurado; se sentaba en el asiento delantero de la camioneta y arrancaba el motor antes de que la puerta se cerrara, como movido por un cercano peligro. Intentó avisarle: ladró durante un buen rato. La cuerda que sujetaba su cuello le impedía seguirle y sus tirones sólo conseguían enrojecer su cuello para convencerla de que no podría soltarse. Se habrá olvidado de mí, pensó. Esperó. Las horas eran como copos de nieve que iban cayendo y amontonando silencio y frío a su alrededor. Niebla miraba el cielo y esperaba; estaba convencida de que Jorge volvería a buscarla. En cuanto llegara a la casa y se acostara en la cama, descubriría que ella faltaba y desandaría el camino para buscarla. Siguió esperando. Pero no volvió.
Una tarde, Niebla vio a un hombre que caminaba hacia ella. Podía ser Jorge, aunque era mucho más alto. Se irguió expectante, pero enseguida volvió a tumbarse decepcionada. El joven se le acercó, liberó su cuello e intentó acariciarla. Primero ella se resistió, como un niño rechazando un dulce que sabe que no es para él. Pero no pudo hacer lo mismo con el agua y la comida que él le ofreció amorosamente. Llevaba ¡quién sabe!, semanas sin probar bocado. Comió apresuradamente; él se quedó a su lado, observándola en silencio mientras canturreaba algo que ella no había escuchado antes.
Cuando terminó de comer, el chico intentó cogerla, pero ella se escurrió entre las plantas. Intentó acercarse de nuevo. Dudó, ¿cómo se iba a ir? ¿qué haría su Jorge sin ella? Se quedó agazapada, lejana, rogando que se fuera, que no deseaba hacerle daño. Se fue, pero volvió uno y otro día. Cada vez que regresaba le traía comida, ella sentía la tentación de irse con él y entonces pensaba en Jorge. Hasta que ya no pudo más: dormir a la intemperie, pasarse las tardes, las mañanas y las noches sola y ver solita las estrellas no era para ella.
Una vida llena de caricias, buena comida y atenciones le esperaba en la casa del muchacho: en compañía de dos gatos y un conejo al que le faltaba una pata. Todos ellos habían sido rescatados de vidas terribles, según pudo enterarse Niebla más tarde. La recibieron como a una más de la familia, sin hacer demasiadas preguntas y pidiéndole muy poco a cambio. Y allí se quedó.
Llevaba ya unos cuántos años viviendo con aquella pandilla. Les había tomado cariño e incluso le gustaba esa vida. Sin embargo, cuando el ruido del motor de una camioneta irrumpía la siesta y se pegaba a las paredes, Niebla se levantaba y olfateaba el ambiente. Después, con la decepción cubriendo sus ojos, volvía a tumbarse nuevamente junto a los gatos: en esa vida que todavía sentía como provisoria, en ese hogar en el que se sentía de paso.

sábado, 30 de agosto de 2014

El arco iris de Relmu...


Los tenía muy diversos: de colores intensos y bellas formas, en lápiz, en acuarela…Todos sus cuadernos se hallaban repletos de arco iris. Y es que a Relmu le fascinaba esta extraña forma colorida que llamaba la atención de todos, atravesando las nubes y estableciendo un lazo entre el cielo y la tierra; y estaba convencida de que era mucho más que un fenómeno óptico.
Pero había algo extraño en los arco iris que Relmu dibujaba: todos ellos carecían del color violeta. Y por mucho que Relmu se esforzara, nunca conseguía incluir este color en sus ilustraciones.
Relmu era una niña fea, de enormes ojos verdes, que casi no le servían si no llevaba las enormes gafas, y un cuerpo que sobrepasaba cuatro veces el de cualquier otra niña de su edad. En el colegio la pasaba realmente mal. No tenía amiguitos y el pasatiempo favorito de sus compañeros de clase era tramar bromas y burlas contra ella. Les resultaba muy divertida su cara roja bañada de lágrimas o su incapacidad para contener la orina cuando se sentía angustiada. Sus cumpleaños los pasaba en la más absoluta soledad, rodeada del cariño de dos padres que no sabían quererla y una abuela malvada que ni siquiera cocinaba bien. No obstante, Relmu tenía un secreto que nadie conocía. Por las noches, cuando todas las luces se apagaban, salía volando por la ventana de su habitación y visitaba mundos maravillosos.
Una noche, su viaje la llevó hasta un gigantesco arco iris. Era la primera vez que visitaba uno y se sentía realmente extasiada. Era una enorme cinta de colores que comenzaba en la línea del horizonte y se perdía poco después de sus ojos, donde su terrible vista no llegaba.
Una mujer de figura desaliñada y un pelo largo y canoso se le acercó. Le dijo que era un hada y Relmu pensó que era el ser más hermoso del universo, siendo técnicamente sumamente fea. Como sabía que el sueño no duraría mucho y quería volver a la realidad con la mayor cantidad de respuestas posibles, decidió hacer todas las preguntas que se le ocurrieran. A veces solo contamos con un sueño para cambiar nuestra realidad.
—¿Por qué no eres hermosa?
—Lo soy.
—Sí, para mí sí, porque veo en tu interior, pero no te pareces…
—La belleza no está en el interior, Relmu. El verdadero secreto de la vida no consiste en aceptarte como eres, sino en dejar de preocuparte de que los demás lo hagan. Debes poder mirarte al espejo sin pensar si eres bonita o fea. Después de todo, la belleza es solo un concepto, como tantos otros, y por lo tanto no tiene ninguna importancia. Si comprendes esto también podrás entender por qué no pintas el color violeta en tus arco iris. Hasta que no aceptes que no eres como las demás y te centres en ser Relmu sin importar lo que te pese, las cosas no cambiarán.
Tardó algunos años en comprenderlo, pero un día lo hizo. Se supo hada: un hada regordeta, de gafas y poco atractivo físico, pero con un inmenso arco iris solo para ella, para cuidar. Y fue capaz de mostrarle a otras personas que un arco iris es mucho más que un espectro producido por el encuentro de la luz con el agua.

viernes, 29 de agosto de 2014

El león afónico...


En un recóndito rincón africano, vivía un león al que sus cuerdas vocales le impedían rugir como sus semejantes. Un defecto de nacimiento, del que nadie estaba enterado, que le obligó a adoptar una actitud mucho más tranquila y sosegada que la del resto de sus congéneres, gracias a la cual se granjeó la amistad de todos los animales de los alrededores.
Un día, su destino se cruzó con el jabalí más cabezón y pesado del mundo. Tan pesado era, que el león deseó fervientemente poder rugir para apartarlo de su lado. Fue tal la sensación que le produjo este inoportuno invitado, que se puso a trabajar en un invento capaz de reproducir el sonido de un rugido. Los meses pasaron y el jabalí regresó para terminar la conversación que creía tener pendiente con el león.
Harto de tantas patrañas, accionó el botón de su máquina, para lanzar el rugido más potente y aterrador jamás escuchado. Un gran rugido, que además de su objetivo, aterrorizó al resto de los habitantes del lugar.
Solo y abandonado por todo el mundo, el león comprendió que para que todo el mundo lo respetara no era necesario rugir. Muy arrepentido por su acción, pidió perdón a todos sus amigos, prometiéndoles que nunca jamás les asustaría con sus rugidos...

jueves, 28 de agosto de 2014

Mirando por la ventana...


Hace mucho tiempo, un  pobre niño, se puso tan enfermo que no tenía fuerzas para poder moverse y tenía que pasar todo su día, metido en la cama. A pesar de que se encontraba en una situación poco agradable, a él lo único que le importaba, es que no podía irse a jugar con sus amigos.
Tal era su tristeza y decaimiento, que comenzó a empeorar de forma visible de su enfermedad. Un buen día, mientras estaba mirando las nubes pasar por la ventana, observó una cosa muy extraña, que se aproximaba hasta el lugar en el que él se encontraba. Esa cosa era, un pingüino que iba merendándose un bocata, que a los pocos minutos desapareció sin dejar rastro. Cuando aún estaba sorprendido por esta singular aparición, apareció un simpático mono inflando globos. Como sabía que nadie iba a creer sus visiones, se las guardó para sí mismo y siguió disfrutando de tan divertida compañía.
Unas semanas después, consiguió recuperarse totalmente y volver con sus queridos compañeros, a los que les contó, todas y cada una de las extrañas visiones que había tenido durante su enfermedad. Mientras todos estaban encantados con sus hazañas, se dio cuenta de que de una de sus mochilas, había algo que le era familiar y que no era otra cosa, que muchos de los disfraces que habían usado para hacerle feliz.

miércoles, 27 de agosto de 2014

El ratón y el toro...


Tras comer una copiosa cantidad de hierba, el Toro sintió que sus parpados le pesaban enormemente y se echó a dormir. Cuando estaba en lo mejor de su sueño, un impertinente ratón, le mordió en una de sus patas con mucha saña.
Muy enfadado por ese ataque sin razón, se levantó rápidamente para perseguir a tan insolente animal. A pesar de que corrió con todas sus fuerzas detrás de su pequeño agresor, no consiguió llegar a tiempo para atraparle. Frustrado ante tal situación, intentó en vano alcanzar al ratoncillo, cavando alrededor de la madriguera.
Tras un rato cavando sin obtener resultados, se quedó nuevamente dormido. Al no escuchar ningún ruido, el ratón salió sigilosamente de su escondrijo y tras buscar el sitio más adecuado, volvió a pegarle otro mordisco al toro.
Sorprendido ante esta situación, se quedó mirando fijamente el agujero y escuchó:
-Crees que por ser tan grande, tienes derecho a hacer lo que te plazca, pero ya es hora de que comiences a respetar un poco más, a los que son más pequeños y menos fuertes que tú.

Nunca subestimes el valor de las pequeñas cosas

martes, 26 de agosto de 2014

La nueva vida de Scarlette...


Mi nombre es Scarlette, tengo 30 años y vivo junto a mi esposo y 2 hijos, mi vida ahora está llena de dicha y felicidad, pero no siempre fue así: Cuando tenía solo 15 años mi vida cambió para siempre. Te relataré los sucesos de mi vida, con la esperanza de que reflexiones un poco sobre la tuya.
Recién acababa de cumplir los 15 años, era hija única por lo que mis padres me trataban como a una reina y me daban todo lo que les pedía. Todos los días iba a divertirme con mis amigas y gastaba muchísimo dinero en las cosas más superficiales e inútiles que te puedas imaginar. Esto continuó durante mucho tiempo hasta que lo peor sucedió: Mis padres fallecieron en un trágico accidente, me quedé sola por completo, sin ningún familiar que pudiera encargarse de mi.
Mis padres no habían anticipado lo que les pasaría ¿Quién podría?, por lo que mi casa y todos los objetos en su interior me fueron despojados y me quedé literalmente en la calle. Tras muchas lágrimas comprendí que no solucionaría nada y me mudé a un barrio muy pobre en el que nunca había estado, pero era lo más que me podía permitir con el poco dinero que tenía.
Tras mucho tiempo de sufrimiento y deudas vi la luz al final del túnel: Conocí a una pequeña familia, muy humilde pero a mayor proporción bondadosa. Ellos me ayudaron en lo que podían, su ayuda cuando lo necesitaba e incluso comían en menor proporción para que yo pudiera satisfacer mi necesidad.
Para no alargar mucho la historia, te cuento que el hijo mayor de la familia tenía un alma bella y bondadosa que terminó enamorándome, nos casamos algunos años después. Lo que quiero que reflexiones es lo siguiente: La mayoría de las veces, la gente que menos recursos tiene, son las que más bien hacen. Le dan más valor a las cosas más importantes, como el amor, la ayuda y la compasión. Creo que en algunas ocasiones te serviría ver la vida de la forma en que ellos la miran...

lunes, 25 de agosto de 2014

El deseo cumplido...


Fabio era un niño que vivía sin preocupaciones. Se pasaba las tardes jugando y riendo y tenía la suerte de tener dos padres que le llenaban de regalos. Desde pequeño, había tenido la habitación llena de juguetes coloridos y caros y casi sin tener que pedirlos. Sus padres se desvivían por él y cada vez que llegaba algo nuevo a la enorme juguetería de la esquina, eran ellos los primeros en adquirirlo, para regalárselo a su pequeño.
Un día Fabio se mostró completamente triste. Por mucho que sus padres intentaron calmar esa agonía con juguetes, chucherías y caricias, no lo consiguieron; y tampoco pudieron conocer las razones que habían hecho que la alegría siempre presente de su hijo hubiera trasmutado en ese hastío.
A la mañana siguiente, Fabio amaneció muy enfermo y debió quedarse en casa todo el día. A la noche, su madre se sentó junto a su cama y le pidió sollozando que le dijera qué le había ocurrido.
El chico le contó que se había encontrado con una anciana que le había ofrecido una semillita que cumplía los deseos a cambio de todos sus juguetes. Le había dicho que en realidad esa mínima gotita de vida valía mucho más que todas sus posesiones. Fabio se le había reído en la cara diciéndole que era niño pero no tonto y se había marchado; pero desde que había ocurrido eso nada le satisfacía: sentía que su vida no valía nada y que todos esos juguetes que antes llenaban su alma, ya no le servían para nada.
Su madre intentó calmarlo y le dijo que no podía ponerse así por una extraña que ni siquiera conocía. “Seguro que intentaba tomarte el pelo“, le dijo. Pero Fabio le contestó que si no la encontraba, nunca más podría reír como antes y esa fiebre no se iría.
Entonces, su madre se puso a buscar a la mujer. Cuando dio con ella se le acercó y le dejó bien claro que, aunque no creía en ella, su hijo quería verla. La anciana accedió a acompañarla y estuvo un rato a solas con Fabio.
Cuando Fabio abrió los ojos se sintió mucho mejor. La fiebre se había ido milagrosamente y se sintió renovado y feliz. Miró hacia todos lados y se vio solo en su habitación: sus juguetes seguían en su lugar, y ni rastros había de la anciana. Llamó a su madre y le dijo que a partir de ese día, cada vez que quisiera regalarle un juguete, lo enviara a uno de los niños de una lista que le entregó. Su madre guardó el papel y abrazó con alegría a su niño.
Sobre la mesa de luz una semilla diminuta comenzaba a abrirse al recibir los primeros tiernos abrazos del sol.

domingo, 24 de agosto de 2014

Los príncipes de Divindel...


Divindel era un prospero reino, gobernado por un rey a quien todo el pueblo amaba por su bondad e interés para que su pueblo viviera en las mejores condiciones de justicia. Parecería que su vida era perfecta pero había un problema en su vida, bueno, de hecho eran dos: Sus hijos.
Ginna, la hija mayor, era una joven demasiado vanidosa, a todos los trataba de hacer estallar con su autoestima elogiándose  en el espejo por horas; si su padre contrataba a alguien más joven que ella, la hacia despedir inmediatamente. No necesitaba ningún recordatorio de su deseo de juventud eterna.
Marco, el segundo hijo, no podía ocultar su deseo por el poder, su mayor deseo era que su padre muriera en poco tiempo,  que su hermana no congeniara con ningún príncipe para que no se casara y por ende no pudiera adjudicarse la corona. Había momentos oscuros en los que deseaba aniquilarlos a los dos de una vez y que el reino pasara a ser suyo por completo.
Cierto día un ángel disfrazado de mendigo vio la actitud que tenían los jóvenes hacia su padre, que tenía un corazón bondadoso , era una injusticia. Tras mucho pensarlo decidió que era momento de que Ginna y Marco pusieran los pies en la tierra y sacaran lo todo lo bueno  que sabía que tenían, decidió ponerlos a prueba: Logró que el rey pareciera enfermo y les dijo a los jóvenes que solo ellos podían salvarlo. La noticia tocó el corazón de ambos y el ángel les encomendó a cada uno una misión.
Marco fue de camino a la playa, su misión consistía en conseguir un alga marina con poderes curativos, todo iba bien hasta que a lo lejos divisó un objeto con tres puntas: Era un tridente. , conocía las leyendas, los tridentes daban poder absoluto a quien lo encontrara. En seguida se olvidó de la misión que el ángel le había encomendado, se olvidó de su padre enfermo y fue directo al tridente, cuando llegó se llevó la desilusión de su vida, no era un tridente, sino un trozo de madera con picos, en un gesto de frustración dio una patada en el suelo y resbaló sobre las piedras. No pudo siquiera reaccionar, una ola lo cubrió por completo y fue lo último que se supo de él.
Ginna, por otro lado, tenía la misión de encontrar una flor amarilla del bosque, que según el ángel también podría curar a su padre.  Caminó varios días sin perder su objetivo: Salvar a su padre, pero al tercer día su prueba llegó: A lo lejos divisó un gran espejo en el que se reflejaba una pequeña pero asombrosa fuente, en ella corría un líquido del color del oro; enseguida lo supo: Era la fuente de la eterna juventud.  Trató en vano de ignorarla, su vanidad pudo más que el amor a su padre y se acercó al espejo, al momento de tocarlo quedó inmóvil de inmediato. Estaba claro que la promesa de juventud eterna se había cumplido ya que quedó convertida en piedra al instante, conservando su belleza y edad por toda la eternidad.
El ángel, muy triste por los destinos de Marcos y Ginna le dio la noticia a su padre, quien en su profunda desgracia ofreció un funeral al que nadie asistió… Meses después llegó una buena noticia: La reina esperaba un bebé…

sábado, 23 de agosto de 2014

Los animales del circo...


Ralph era un mono muy simpático quien fue separado de su madre cuando era muy pequeño, los humanos que lo cazaron lo vendieron a un circo. Por lo que había escuchado Ralph, el circo era un lugar muy divertido y a pesar de su tristeza  por la separación de su madre, la idea de ir a ese lugar lo entusiasmó.  Al poco tiempo de llegar, se dio cuenta de una cosa esencial: El circo era muy divertido para el público, no para los animales que eran obligados a salir y hacer trucos.
Tras varios años de soportar regaños y maltratos de parte de los dueños, Ralph decidió que era hora de hacer algo para por fin darle un alto a su situación. Muy inteligentemente se las arregló para hablar con los otros animales que eran parte de la atracción.  Al principio los otros animales le respondieron con un rotundo no, creo que tenían miedo de lo que les podía pasar en caso de que los dueños se enteraran de que estaban inconformes, seguramente les darían latigazos y los privarían de la comida durante unos días.
Fue el León Jerry, quien tras un acto malogrado, seguido por azotes, se decidió a hacerse cómplice de Ralph. Cuando los otros animales del circo descubrieron que el gran león estaba de acuerdo con el mono decidieron unirse a la iniciativa y desarrollar un plan de escape.
Cierto día, al finalizar el acto 3, todos los animales salieron de su rutinaria presentación y comenzaron a causar miedo a la gente, los monos lanzaban cosas a la gente,  las jirafas y elefantes se abalanzaban contra el público, las leonas y leones se paseaban entre la multitud rugiendo y causando pánico. Los espectadores huían despavoridos, el circo era un caos.  Tras unos minutos todos los animales pudieron escapar de esa prisión.  Desde aquel entonces, los circos quedaron vetados en el pueblo y tener animales en cautiverio fue prohibido. Los animales que antes vivían con miedo ahora eran libres y felices.

viernes, 22 de agosto de 2014

Los dos amigos y el oso...


Cierto día, dos amigos se encontraron dando un apacible paseo por el bosque. Como hace tiempo que no se veían, comenzaron a contarse todo aquello que les había sucedido en este prolongado período. Tan absortos estaban en su conversación, que no se dieron cuenta de que un enorme oso se acercaba a la carrera hasta su posición.
Cuando el oso estaba a un par de metros de los parlanchines amigos, estos por fin se dieron cuenta de su presencia. El más resuelto de los dos, decidió subirse a un árbol para evitar ser devorado; el otro, mucho menos ágil se lanzó al suelo fingiendo estar muerto.
En un instante, el oso llegó hasta el lugar en el que el segundo amigo se encontraba y al ver que este no se movía, comenzó a olisquearlo y tocarlo con una de sus garras para comprobar si estaba realmente muerto. Minutos después, el animal se alejó del lugar buscando algo que echarse a la boca, ya que los osos nunca comen a otros que estén muertos.
Al verle alejarse entre los árboles del bosque, el primer amigo se bajó raudo y veloz para comprobar si al que se había quedado abajo le había sucedido algo y preguntarle qué es lo que el oso le había contado. El otro muy ufano le dijo:
-Me ha dicho, que con amigos como tú, no necesito tener enemigos.
El amigo verdadero, nunca se apartará de ti, por muy grande que sea el peligro....

jueves, 21 de agosto de 2014

El niño-pájaro...


Lo miraba fijamente como si dentro de su cuerpo hubiera algo que ella necesitaba para existir. El niño también la miraba: nunca antes había visto un pajarraco tan inmenso; bueno, una pajarraca: él siempre creía que las aves eran femeninas. Comenzaba a pensar que se trataba de una de esas alucinaciones que estaban aquejándolo desde hacía un largo tiempo y de las que su madre huía despavorida.
Cuando sus ojos estaban a punto de romperse oyó la voz de su madre que solicitaba con urgencia su presencia. Bajó las escaleras con decisión, cumplió con su madre y volvió a su habitación; la pájara ya no estaba. Dejó la ventana abierta pero no volvió a verla. Durante días enteros esperó ansioso su regreso, y cuando ya no tenía esperanzas de volver a mirarse en el fondo de sus ojos ocurrió algo que confirmaría sus sospechas.
Era de noche, su padre acababa de llegar a la casa más cansado, aterrado con el mundo y violento que nunca. El niño no recordaba haberlo visto de esa forma antes. Su ropa despedía un cúmulo de olores: “todos los bares y sitios de la ciudad se pegan a su piel”, pensó el niño. En poco tiempo empezó a golpear y destruir todo lo que se ponía en su camino. Cuando el niño supo que había llegado su turno se escabulló y subió más rápido que deprisa a su habitación.
Cerró la puerta con una violencia tímida y asustadiza y se quedó paralizado. Entonces, la vio: la inmensa pajarraca estaba parada de pie junto a la ventana. Intentó acercarse a ella pero al hacerlo ella voló hacia el sol. Y, sin saber bien cómo, el niño se vio a sí mismo surcando los aires, huyendo de esa vida que no le depararía más que lamento y tristeza.
El sol se había puesto y sus padres continuaban gritando e incendiando la casa: demasiado ocupados en sus asuntos como para pensar en ese niñito que ya se iba, que dejaba el tiempo de infancia para siempre.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Convertido en pez...



Lucas era un niño al que le encantaba jugar con el agua, mejor dicho: Le encantaba desperdiciarla. Todos los días llenaba globos con agua y los aventaba desde su ventana, dejaba los grifos de la llave corriendo, tardaba mucho tiempo duchándose solo para disfrutar de toda el agua que quisiera.
El hada Aqua se percató de este hecho, y decidió convertir a Lucas en un pez mientras dormía y lo dejó en el lago junto a su casa. Cuando Lucas despertó lo invadió un miedo enorme: ¡estaba rodeado de agua! No podía creer lo que sus ojos veían, justo frente a él se encontraba un banco de peces, quienes discutían sobre el nivel de agua en el lago. Lucas fue hacia ellos nadando con esfuerzo y les contó quién era. Los peces lo miraron con profundo enojo, ya que sabían que era el niño que estaba provocando que su lago se quedara poco a poco sin agua. Llevaron a Lucas hasta un lugar en el que solo quedaban unos centímetros de agua e hicieron que se diera cuenta que ese lugar ya no era habitable para ningún pez.
Lucas rogó al hada que lo convirtiera en humano de nuevo con la condición de que haría todo lo posible para cuidar el agua. Aqua le creyó y lo convirtió en humano, desde ese día Lucas cambió la forma de ver las cosas. Cuidaba el agua lo más que podía e incluso formó un grupo con sus amigos para proteger la laguna y crear conciencia sobre el cuidado del agua.

martes, 19 de agosto de 2014

El precio de la curiosidad...


Sabrina era una pequeña hada del invierno, todos los días trabajaba arduamente para crear los más bellos copos de nieve y los guardaba con suma delicadeza, cuando su jornada laboral terminaba tachaba un día más en su calendario y se llenaba de emoción: El día de la visita a la Tierra llegaba. Sería su primera vez y estaba dispuesta a hacer todo para ser el hada destacada de la visita.
El gran día llegó,  Sabrina se levantó muy temprano y dedicó todo su esfuerzo a mantenerse atenta a las instrucciones que el hada guía decía, entre las que incluían no dañar los copos de nieve, no separarse del grupo, no tener contacto con los humanos y un montón de reglas más; a cada hada se le asignó una cantidad de copos para esparcir y  levantaron el vuelo.
Al principio todo iba muy bien, Sabrina estaba muy emocionada pero tranquila, hasta que lo vio… el humano más guapo del mundo, o al menos eso era lo que pensaba ella ya que nunca había visto uno.  La curiosidad fue más grande que su sueño y comenzó a seguir al humano alejándose poco a poco del grupo. En un descuido tiró todos los copos de nieve, lo que provocó un desastre en la tierra, pero a ella no le importó y continuó siguiendo al humano.
Horas después, estaba agotada. Ya se había dado cuenta de que había perdido el rumbo y el grupo con el que estaba se encontraba lejos de ella, incluso podrían haber llegado ya a casa… El humano resultó ser interesante, tenia una cosa que llamó “Jaula” y eso provocó que la curiosidad de Sabrina estallara. En aras de descansar y ver de cerca el artefacto, se sentó junto a la jaula y comenzó a tocar los barrotes de metal… luego pasó lo peor: La jaula se cerró dejándola atrapada dentro, el humano sonrió con malicia al verla y jamás se volvió a saber de Sabrina.
Una cosa está clara: Si dejas que la curiosidad te lleve lejos de tus sueños las consecuencias pueden ser realmente graves e impredecibles.

lunes, 18 de agosto de 2014

El caballo amaestrado...


Había una vez un ladrón, que llevaba mucho tiempo estudiando los movimientos de un campamento cercano, para conocer donde se guardaban los objetos más valiosos. Pasados unos días y amparándose en la oscuridad de la noche, decidió hacerse con uno de los hermosos caballos que acompañaban al grupo, con la esperanza de poder venderlo en la ciudad.

A la mañana siguiente, mientras marchaba tan contento a realizar la transacción, se encontró con varios integrantes del campamento realizando unas sencillas maniobras de combate. El animal, que había sido entrenado para realizar todo tipo de cabriolas al son de la música, escapo de las manos del ladrón, para practicar lo que le habían enseñado desde que era pequeño.

Al ver esto, el capitán del pequeño grupo dijo:

- Ese caballo que tú llevas de la mano, es nuestro. ¿Dónde lo has encontrado? ¿Acaso has sido capaz de robárselo al ejército?

- Yo no he robado nada, este caballo que aquí veis, me lo vendió en la feria de la ciudad un comerciante.

- ¿Un comerciante? Dudo mucho que te lo haya vendido nadie, ya que estos animales pertenecen únicamente al ejército.

Viéndose el ladrón entre la espada y la pared, no le quedó más opción que confesar el robo que había cometido. Así fue como el pobre ladrón termino con sus huesos en la cárcel, demostrando una vez más, que no hay robo, ni mentira que quede sin castigo.

domingo, 17 de agosto de 2014

Kiara aprende sobre humildad...



Érase una vez, una niña llamada Kiara quien vivía con todos los lujos que se espera que una familia adinerada tenga.  Cada día por las mañanas le llevaban el desayuno a la cama, tomaba clases de piano, ballet y pintura, sus padres le cumplían cada capricho que ella tenia, por pequeño que fuese.  Era una pequeña presumida y altanera.

Un buen día, Kiara vagaba por los alrededores de su casa y se encontró con una niña que tenía la misma edad que ella, quién se encontraba en el patio trasero jugando con una sucia muñeca de trapo. Kiara, quién solo jugaba con muñecas de porcelana se rió por lo bajo y preguntó:

-       ¿Y tú quien eres? ¿Por qué juegas con esa muñeca tan fea?
-       Me llamo Beatriz, soy hija de tu nana, y mi muñeca no es fea, simplemente está un poco descuidada.- Respondió la niña
-       Bueno pues a mi no me gusta – dijo Kiara – Tampoco me gusta que estés en mi jardín, jugando con esa cosa y vestida así.
-       No deberías comportarte de esta forma Kiara, no deberías juzgar a otros por lo que tienen o por como visten.
-       ¿Ah no? Yo hago lo que yo quiero y pienso lo que quiero – Dicho esto se dio la vuelta y se marchó.

Años después, por azahares del destino, la familia de Kiara perdió todo su dinero, y de lo único que vivían era del dinero que les quedó por vender la casa. La madre de Kiara estaba enferma y su padre se había marchado a otra ciudad para encontrar trabajo.
A unas cuantas calles de donde vivían, había una cafetería muy famosa, cada vez que pasaba por ahí,  el pan del exhibidor y el olor a café hacían que a Kiara le diera hambre y se le antojara, pero claro, por la situación de su familia no podía comprar ninguno de los dos.
Cierto día, caminando hacia su casa, vio un letrero colgado en la cafetería en el que solicitaban personal, sin pensarlo dos veces Kiara entró a la cafetería y habló con la dueña quién con una sonrisa y un gesto pensativo le dijo que el trabajo era suyo.
Las cosas iban mejorando para Kiara y su familia, su padre había encontrado trabajo y les mandaba dinero semanalmente, su madre se había recuperado de su enfermedad gracias a las medicinas que Kiara pudo comprar con el dinero de su trabajo.
Pasaron varios meses para que Kiara tuviera la oportunidad de hablar con la dueña de la cafetería por segunda ocasión. Grande fue su sorpresa al enterarse que la dueña era nada más y nada menos que Beatriz, la niña con la que una vez se comportó tan déspota y grosera.

Kiara aprendió su lección: Nunca debes de ser grosero con nadie, ni juzgar a la gente por lo que tienen, al contrario, debes de ser humilde porque no sabes los planes que el destino tiene preparados para ti.

sábado, 16 de agosto de 2014

La zorra que llenó su barriga...


Había una vez una zorra que vivía en un claro del bosque, en el que cada día era más complicado encontrar algo con lo que pudiera alimentarse. Quiso la suerte que un día, encontrara en el interior de un tronco caído, la merienda de unos confiados pastores, que allí la habían escondido para evitar que alguien se la robase. Cuando la zorra entró en el tronco y vio semejante festín, se puso a comer con tanta rapidez, que cuando quiso darse cuenta, había terminado con todo.
Satisfecha como estaba y con una barriga enorme, intentó salir de su escondite e irse a dormir a un lugar más apartado. Pero, por culpa de su abultado estómago, no podía salir de allí por más que lo intentara. Impotente ante esta situación, comenzó a lanzar gritos de auxilio, con la esperanza de que alguien pudiera rescatarla de tan penosa situación.
Cuando el desánimo estaba empezando a hacer mella en ella, vio acercarse a lo lejos a otra zorra, que atraída por sus gritos, se acercó a conocer el porqué de su desgracia. Cuando su compañera le contó lo sucedido, le dijo:
-Yo no me preocuparía por ello, ni gastaría tiempo en lamentarme. Lo único que necesitas es esperar a que tu barriga vuelva estar como antes y seguro que puedes salir sin problema.

viernes, 15 de agosto de 2014

El divorcio de mis padres...


Mi nombre es Adrián, tengo 10 años y mis padres acaban de divorciarse. Mi familia siempre había sido unida, nunca faltaban las cenas familiares ni los besos de buenas noches. Cuando mis padres nos dijeron a mi y a mis dos hermanas que se divorciarían no lo podíamos creer, mi corazón estaba destrozado y no pude evitar culparlos y sentir mucho enfado por no haber pensado en nosotros, sus hijos, al tomar esa decisión. A mi punto de vista mis padres eran egoístas.
Mis notas bajaron mucho en el colegio por la tristeza que me provocaba la separación, cuando mis amigos tocaban el tema me enfadaba mucho con ellos y con todos los que estuvieran a mi alrededor. Estaba tan deprimido que varias veces pensé en escaparme de casa y de la realidad. Seguramente mis padres nunca se detuvieron a pensar en todos los daños que nos traería su separación.
Mi maestra de ética, quien era divorciada, me contó sobre su separación, la experiencia con sus hijos y el daño que le había hecho priorizar la unión familiar a su bienestar individual. Definitivamente hizo que abriera los ojos y me atreviera a pensar lateralmente… Todo este tiempo el egoísta había sido yo.  Estaba pensando solamente en mi y en las implicaciones que la separación de mis padres me traían. Nunca me puse a pensar y reflexionar sobre el hecho de que los gritos y peleas entre ellos aumentaba día con día, que por querer  que sus hijos fuéramos felices se estaban obligando a vivir juntos, lo que provocaba que su relación empeorara.
Esa misma tarde, platiqué con mis hermanas, quienes también estaban tristes por la separación. Logré que entendieran que estar con alguien por darle gusto a los demás no es bueno y que debíamos pensar en que el divorcio les afectaba más a ellos que a nosotros. Tomamos la decisión de hablar con nuestros padres, por separado claro, y les hicimos ver que los comprendíamos y apoyábamos firmemente en sus decisiones.
Ahora todo es mejor, no tenemos que escuchar los constantes gritos que anteriormente escuchábamos, no se siente la tensión en la casa y además vemos a nuestros padres equitativamente. Las cosas no han cambiado, aún seguimos pasándola muy bien cuando salimos con mi padre, aún recibimos los besos de buenas noches de mi madre y lo más importante es que aprendí que mis padres seguirán siendo mis padres aunque estén separados.

jueves, 14 de agosto de 2014

Isabel se siente gorda...


—Deberías dejar de comer tanto, ¡Gorda!
Isabel se echó a llorar, pero continuó comiendo con voracidad (quizás con más ansiedad que antes) el enorme trozo de tarta que casi ocupaba más espacio que el mismo plato. Sus lágrimas mojaban el chocolate y su sabor dulzón se volvía un tanto ácido; como cuando te mojas los labios después de haberte dado un baño en el mar, pensó la niña.
Su cuerpo no era normal, eso le decía Elvira, su niñera. Y cada vez que Isabel se miraba al espejo no se encontraba más que con una figura extraña que se había apoderado de su piel, de sus huesos, de su sonrisa. Esa sensación se acrecentaba con el tiempo: cuanto más crecía, más se alejaba de su cuerpo.
—¡Gorda enormísima! ¡Gordaaaa! —seguía regañándola su niñera. La acción se detuvo o más bien se repitió de forma cíclica durante un rato: una insultando y la otra comiendo cada vez más deprisa. Y habría seguido así por mucho más tiempo si no hubiera irrumpido en escena el padre de la niña.
—¿Qué pasa, Elvira?
—La niña, señor, que no para de comer y no quiere entrar en razones. Le he dicho que los niños no quieren a las niñas gordas, pero, nada. Lo he intentado TODO. Si yo lo digo para ayudarla; porque alguien se lo tiene que decir.
—¿Y qué tiene de malo que esté gorda?
—Que se pondrá cada día más fea, Octavio.
—¡Usted sí que es fea, Elvira! —respondió él, serena pero directamente. Horas más tarde, Isabel supo que Elvira ya no volvería a cuidarla y que vendría en su lugar otra mujer.
Se llamaba Clarisa y era inmensa: su cuerpo medía cuatro veces más que el de su antigua niñera y parecía que iba a hacer estallar la ropa en cualquier momento; eso pensó Isabel cuando la conoció, y se dijo que ella no quería terminar así. Cuando a la noche Clarisa la ayudó a prepararse para irse a dormir, Isabel le preguntó:
—¿Por qué eres… así?
—¿Así cómo?
—G…gorda… A mí también me dicen gorda —intentó justificarse.
—¿Eres gorda?
—Sí, supongo, pero…
—Entonces ¿qué hay de malo en que te llamen así?
—Que no me gusta, no quiero ser fea.
—Eres gorda, no fea, Isabel. Es como las personas que son altas, bajas, rubias o morenas ¿te parecen feas todas ellas? Mira, pequeña, cuanto antes aceptes tu cuerpo, mejor te sentirás. Si cada vez que te dicen gorda te pones mal, justificas que mal usen esa palabra contigo; en cambio, si te apoderas de ella, si entiendes lo bella que suena y lo hermosa que eres, entonces no podrán hacerte daño.
—¿Lo dices en serio?
—¿Lo has intentado?
—No, la verdad es que no…
—Inténtalo. Y sino, la única solución será ponerte a dieta y dejar de ser gorda. Siempre hay soluciones, Isabel: no somos, nos hacemos.
Al día siguiente Isabel se miró al espejo y se sintió finalmente en su cuerpo: un todo armónico que rompía con los paradigmas de la estética. Y lo mejor de todo fue verse a ella, toda ella le devolvía la mirada desde el espejo.
Cuando esa tarde en el colegio unos niños la llamaron gorda, Isabel les dirigió una mirada sonriente y llena de luz que los obligó a pegar media vuelta con la mirada sonrojada. Ése día la niña se sintió a gusto consigo misma y comprendió que las palabras, como las personas, no son, se hacen.

miércoles, 13 de agosto de 2014

El ladrón de pelos...


La pequeña Valeria, estaba bastante preocupada, porque a su papa, cada vez le faltaba más pelo de la cabeza. Tanto la inquietaba este hecho, que por fin un día le dijo a su padre:
- Papá, ¿por qué tu cabeza está cada vez más pelada?


Su padre, con mucha paciencia, le contó, que existía un pequeño duende, que durante la noche, se dedicaba a llevarse todos los pelos que deseaba, sin poder hacer nada para detenerlo.
Pensando en como poder ayudar a su padre, estuvo despierta toda la noche, hasta que por fin, escuchó a su padre roncando, momento en el cual, se acercó con mucho sigilo a la habitación de sus padres, cargada con un mazo. Se subió a la cama y cuando le pareció ver la sombra del duendecillo, descargó toda su fuerza en la cabeza de su padre.


Al sentir el tremendo golpetazo, su padre se despertó sobresaltado y con un chichón enorme, producido por la inocente Valeria, que miraba triunfante a su padre, con el mazo en la mano.
Papá- le dijo- he estado apunto de darle, pero no he podido atraparlo.
Al descubrir la causante de su chichón, su padre, le contó la verdad de porque estaba perdiendo todo el pelo y aprendió que siempre era mejor contar la verdad a una pequeña mentira.