Érase una vez una jovencita rusa amante de la danza, que se
estaba preparando a conciencia para entrar en el conservatorio de ballet de
Moscú.
El día de dichas pruebas, ella se encontraba practicando
unas piruetas en la antesala, cuando el director del conservatorio apareció por
allí para echar un vistazo.
-
¿Cree que lo conseguiré? – Le dijo ella.
El director
simplemente dijo:
-
Mejor que lo olvide señorita…
Ella, recogió sus zapatillas y salió de allí sin presentarse
a las pruebas…
Años después, la joven, ya convertida en enfermera, se topó
un día con aquel hombre…
-
¿Por qué fue usted tan duro conmigo? – Le preguntó
ella.
El director le sonrió.
-
Bailen mal, o bailen bien, siempre le digo lo mismo a
todas las aspirantes. Las que no tienen la suficiente fortaleza, desisten…