Cuando voy a salir del baño, para mi sorpresa, me quedo con un regalo en la mano, la manecilla de la puerta. Intenté salir de ahí, pero no podía, y para más inri, tengo claustofobia.
Cuando me da por mirar mis bolsillos, me encuentro el móvil y llamé a mis compañeras para que me socorrieran, pero no oía nadie el teléfono...al borde del ataque de nervios, comencé a gritar y a golpear la puerta, pero seguían sin escucharme.
Aproximadamente 10/15 minutos después, mi compañera se acerca al baño para preguntarme si estaba bien, ya que había tardado mucho. Le supliqué que me abriese la puerta del baño y le conté el por qué.
Cuando salí, acalorada, lo primero que hice fue refrescarme la cara y tomar el aire, pero cuando me di cuenta, me veo a mis compañeras y a los alumnos partidos de risa al enterarse de mi encierro en el servicio y además, de todo el tiempo que me había pasado allí dentro mientras ellos hablaban haciendo tiempo a que yo saliese del mismo para poder comenzar con nuestra sesión.
¡¡Qué mal lo pasé, pero qué diver es recordarlo!!
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